La idea de EVALUACIÓN en el aula según Stufflebeam

 “La evaluación no busca demostrar, sino mejorar la evaluación; no dice control, dice conciencia eficaz y eficiente del actor. Conciencia no solo de las intenciones sino también conciencia de la transformación objetiva en la cual está implicado… la evaluación siempre es la conciencia-siempre activa y siempre critica- de los actores. Conciencias de metas, de objetivos, de procesos, y de resultados parciales, pero también es el ajuste continuo de la acción en función de los resultados del proceso.” (Stufflebeam, 1981).

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La idea de evaluación en el aula

La idea de Stufflebeam puede explicarse en el marco de los conceptos teóricos desarrollado a lo largo de los módulos. Para esto, relacionaremos las palabras del autor con las ideas de otros pedagogos que lo mencionan.

Stufflebeam expone que la evaluación no busca demostrar sino mejorar. Para comenzar con este proceso es necesario implementar una evaluación diagnostica  para indagar sobre los saberes previos del alumno y, así, conocer el estadio en que se encuentran estructurados los conocimientos y lograr el anclaje con los nuevos saberes.

Luego del diagnóstico, el docente deberá diseñar una estrategia de enseñanza que se desarrolle en un continuo proceso, a través de distintas evaluaciones formativas, que permita la regulación de ritmos de aprendizajes y que enfaticen los contenidos más valiosos, logrando así dirigir el aprendizaje hacia los procedimientos que demuestran mayor eficacia. Posteriormente, los diferentes conocimientos evaluados en la evaluación de proceso, se integran en la evaluación sumativa.

En el desarrollo de las evaluaciones formativas es importante el logro de las estrategias cognitivas, a partir del análisis de los errores, que posibiliten al alumno la adquisición de habilidades, que paulatinamente, lo llevarán al logro de la capacidad metacognitiva. Es decir, hacia la resolución de problemas, la concientización y el control del pensamiento, permitiendo una actitud reflexiva siendo flexible y persistente en sus actitudes.

También es de suma relevancia que el docente, en su rol de mediador pedagógico, presente las habilidades metacognitivas para que el alumno tome conciencia de sus propios procesos de aprendizaje, de sus avances y estancamientos.

La evaluación debe ser considerada dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje; no con un carácter cuantitativo (ya que este lleva enfoques superficiales del aprendizaje, solo permiten verificar en qué medida el alumno se acerca al parámetro propuesto por un docente) sino con un enfoque cualitativo que permite la recolección y provisión de evidencias sobre la evolución de los alumnos.

La evaluación cualitativa permite tomar decisiones sobre la efectividad y el valor educativo del currículum, favoreciendo la cultura de la autocrítica, del mejoramiento continuo y del debate. Todo lo anterior le otorga al alumno un rol de agente activo en su propia evaluación, mediante el cual deberá utilizar técnicas de autoevaluación y que en un futuro debería ser capaz de transferirlas a diferentes situaciones y contextos.

Evaluar no debe considerarse como un instrumento de control disciplinario o de acreditación de contenidos parciales, sino que debería promover el desarrollo de la reflexión sobre el mismo proceso de aprendizaje  y de las estrategias que en él se tornan más eficaces. De ocurrir esto, se internalizará un procedimiento que favorecerá la adquisición de una habilidad metacognitiva que es la autoevaluación.

El desarrollo de las habilidades de autoevaluación y autorregulación deben ser facilitadas mediante la evaluación y estrategias evaluativas planteadas en el aula.

Mediante la metacognición, el alumno podrá tomar conciencia de su propio proceso de pensamiento, examinarlo y contrastarlo con el de otros, realizar su autorregulación y autoevaluación, tarea que deberá ser guiada por el docente y puesta en práctica por el alumno.

Además de las estrategias metacognitivas, es importante que el alumno conozca criterios e indicadores de evaluación a tenerse en cuenta para valorar sus acciones y que participe en el momento de establecer estos criterios y niveles de logro como para obtener un aprendizaje significativo y auténtico. Algunas de las estrategias para evaluar metacognitivas que permiten favorecer una evaluación centrada más en el proceso que en el resultado (tales como el diario reflexivo, el portafolio, elaboración de mapas conceptuales, la autoevaluación) son un instrumento para que el alumno aprenda a evaluar y entender su aprendizaje individual, desarrollando la habilidad de “aprender a aprender”.

El convencimiento de la necesidad de aprender por parte del alumno a autoevaluarse también aprende a saber identificar y expresar sus necesidades, a establecer objetivos y expectativas, a realizar un plan de acción para conseguirlos, a identificar recursos y establecer pasos lógicos para conseguir objetivos y logros. Todo ello implica un poder de decisión (empowerment) que lo conducirá a conseguir mejores resultados de sí mismo así como su propia satisfacción personal.

A partir del resultado de cada evaluación es necesario que el profesor realice una autocrítica que le permita reflexionar sobre los resultados que obtuvieron sus alumnos en función de la eficacia y o desventaja de las estrategias implementadas en el proceso de enseñanza aprendizaje. De acuerdo con los logros alcanzados deberá autoevaluar su práctica para continuar o mejorar el proceso.