La selva amazónica
Cuando hablamos de la selva amazónica, ¿qué entendemos por espacio geográfico? Si consultamos cualquier fuente bibliográfica, podemos encontrar que este mismo hace referencia al resultado de la relación entre la sociedad y la naturaleza, el cual este lazo de hermandad, se ha dado a lo largo de la Historia Universal.
Ahora bien, poniendo el foco en la realidad económica mundial y regional, esta relación se ha quebrantado y, en consecuencia, se están deteriorando y destruyendo cada vez más los distintos ambientes naturales del planeta; y la selva amazónica, es una de las más amenazadas por los gobiernos y sociedades que habitan en el cono Sur, con la finalidad de satisfacer la sed de la economía mundial, la cual cada vez está más sedienta.
La selva amazónica es uno de los ambientes tropicales más extensos y bellos del planeta, abarcando gran parte de la región Norte de América del Sur, extendiéndose entre Brasil, Perú, Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam.
Es el ambiente con mayor biodiversidad en el mundo, albergando una gran variedad de animales y especies vegetales, acompañados por una enorme cantidad de ríos. Los cuales forman una importante cuenca hidrográfica y reserva de agua dulce, denominada cuenca del Amazonas.
La selva amazónica debe su desarrollo a las características naturales de la región, entre ellas, podemos mencionar las altas temperaturas, debido a su proximidad al paralelo del Ecuador; abundantes precipitaciones, producto del ingreso de los vientos cálidos y húmedos, provenientes de las áreas costeras, y su posterior evaporación; entre otras características. Estas han interactuado a lo largo de la Historia natural del planeta, para llegar a su estadío final o etapa clímax, dando como resultado la formación de la selva amazónica.
Analizando y cuestionando otras de las aristas que presenta este ambiente, es en relación al desarrollo económico, que cada vez más avanza sobre los distintos biomas del planeta, generando innumerables consecuencias; no solamente ambientales, sino también, económicas y sociales; producto de satisfacer la sed de la demanda mundial y las erróneas políticas, que se encuentran en la mayoría de las agendas gubernamentales de cada país.
Desde los tiempos coloniales, toda la región centro y sudamericana, estuvo a merced de las metrópolis europeas, especialmente, españolas y portuguesas. En consecuencia, el territorio Latinoamericano ha sufrido una serie de transformaciones territoriales, políticas, sociales; pero, especialmente, de carácter económicas, ya que la economía Latinoamericana ha tenido un desarrollo exo-determinado, en donde todas las materias primas se exportaban hacia sus metrópolis correspondientes. Por ello, dentro del mercado mundial, se han generado lazos de dependencia política y económica, que, lamentablemente, han dejado una fuerte impronta en el desarrollo regional.
Posterior a los procesos de Independencia y habiendo transitado los distintos modelos económicos, nos encontramos en la actualidad, bajo un modelo que maneja las riendas de la economía latinoamericana, denominado Neoliberal. Éste se caracteriza a través de la oferta y la demanda que regulan el mercado mundial capitalista; y gana quien más destruye, en función de satisfacer “a los otros”.
Sin embargo, la sustentabilidad y el conservacionismo no van de la mano del desarrollo económico; el cual, es netamente, extractivista; es decir, utiliza los recursos naturales del ambiente, sin importar los tiempos de regeneración ni stock. El único objetivo de este modelo, es satisfacer la demanda mundial y mantener vigente la economía nacional. Es el claro ejemplo de Brasil, una de las grandes potencias en vías de desarrollo que se ha orientado a la Primarización de la economía; pero también, se pueden mencionar otros países sudamericanos, que han adoptado estas políticas económicas. Lamentablemente, son las características de este mundo capitalista y competitivo.
Gran parte de las economías latinoamericanas del cono Sur han adoptado estas medidas económicas, las cuales atentaron fuertemente contra la selva amazónica, basándose en el extractivismo de numerosas especies vegetales, mediante la tala rasa y los incendios, que abren paso al avance de la Frontera Agropecuaria, basado en el cultivo de la soja y la producción de ganado vacuno.
Estas actividades económicas, que existen desde tiempos remotos, han cobrado un mayor protagonismo en el escenario regional y global, dejando un listado de consecuencias que, difícilmente, no se puedan solucionar en el corto y largo plazo; tales como, la pérdida de animales y especies forestales, inundaciones, erosión y degradación de los suelos, entre otros.
Muchos organismos no gubernamentales y una gran parte de la sociedad, que son el fiel reflejo del manejo conservacionista, tratan de ponerle un freno al desarrollo extractivista; pero no es una tarea fácil de cumplimentar con ese objetivo, ya que pueden derrumbarse las economías regionales y generarse múltiples consecuencias debido a ello. Pero tampoco, podemos dejar que la selva amazónica, se transforme en una simple postal de lo que alguna vez fue.
En mi opinión, considero que todos los gobiernos, que representan a la comunidad Internacional, deberían reflexionar acerca de su accionar político y económico que impactan sobre los distintos ambientes, que la naturaleza nos ha brindado, y así, no comprometer a las generaciones futuras. Por último, deberíamos ir encaminándonos hacia lo que propuso la Organización de las Naciones Unidas desde sus inicios, cambiar las agendas políticas ambientales actuales, enfocándonos hacia la sustentabilidad económica y social, así poder cumplimentar, también, con los Objetivos del Desarrollo Sostenible para el 2.030.
Por último les dejo un vídeo que habla sobre la situación de la selva amazónica, y cómo ONU se involucra en la misma.
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