Revolución Industrial, Imperialismo y Ambiente.
La Revolución Industrial trajo enormes cambios a la humanidad. No solo en la producción económica, sino también en las sociedades y en la forma de relacionarse ellas con el ambiente. Analizaremos un poco de todo esto a continuación.
La organización económica de la Revolución Industrial
Regida por los ritmos de los ciclos naturales, la organización de la producción de la etapa feudal dio paso a la organización capitalista[note]Se conoce como modelo feudal al que se inicia a comienzos de la Edad Media (siglo V) y se extiende hasta finales de la Edad Moderna (siglo XVIII). A continuación, se inició el modo de producción capitalista, a partir de las revoluciones industriales.[/note]. Al ritmo de la máquina de vapor primero, pero luego con el aporte de nuevas energías como la electricidad y el petróleo, países como Gran Bretaña se industrializaron y las jornadas de trabajo se extendieron enormemente en cantidad de horas.
Millones de obreros y obreras que se emplearon en este contexto se vieron lanzados a situaciones precarias de trabajo y de vida. Estos se habían visto desplazados de las áreas rurales luego de la tecnificación en las actividades agrícolas (por la cual se necesitaban menos brazos) pero también por el cercamiento de las tierras comunales ante la aparición de la propiedad privada[note]Durante el Feudalismo, las tierras comunales eran regiones boscosas que no pertenecían individualmente a ninguna persona, y de donde toda la comunidad (incluidos los/as campesinos/as) extraían recursos fundamentales para su subsistencia: agua, madera, frutos, etc. Éstas comenzaron a ser cercadas y apropiadas por sujetos individuales a partir del siglo XVIII.[/note] , el gran estructurante del Capitalismo.
Los límites de la industrialización y su salida imperialista
Surgieron nuevos productos manufacturados, había más y de mejor calidad. La productividad también aumentó con un consecuente crecimiento en las ganancias de los empresarios. Pero este sistema provocaría grandes problemas y llevaría a periódicas crisis de sobreproducción: era tanto lo que se fabricaba que en los mercados no crecía la demanda al mismo ritmo que la oferta. Ello llevaba a que los precios de los bienes se desplomaran, y a que se desataran enormes crisis. Así ocurrió, por ejemplo, en 1873.
El sistema encontró un modo de evadir esta situación aquella vez. La salida a la crisis se dio con el desarrollo de la segunda etapa de la Revolución Industrial, la cual conocemos a secas como la Segunda Revolución Industrial, concentrada en las industrias pesadas en nuevos países más allá de Gran Bretaña. Pero también, dicha crisis se superó con el surgimiento de un nuevo fenómeno: el Imperialismo[note]El Imperialismo fue el proceso por el cual distintas regiones del mundo fueron conquistados por los países industrializados, creando colonias de dominio directo y neocolonias (regiones que continuaron independientes políticamente pero tuvieron desde entonces una dependencia económica con el país conquistador).[/note]
Lenin, político ruso que sería protagonista de la revolución en su país en 1917, sostenía que el Imperialismo era una fase superior del Capitalismo (Lenin, 1917). Ello se debía a que este sistema representaba un desarrollo desigual de las economías a nivel mundial, donde existían países centrales e industrializados (situados en Europa occidental, además de Estados Unidos) que concentraban la riqueza por encima de las periferias productoras de materias primas (África, Asia y América Latina). Las primeras regiones conquistaban y creaban colonias en las segundas, en función de orientar los recursos obtenidos allí a su desarrollo económico.
Un nuevo paradigma de ideas
Estos procesos consolidaron una nueva forma de relacionarse con el ambiente. Los avances científicos permitieron posicionar a la humanidad en un lugar de mayor control sobre el mismo, al punto de ver en la naturaleza una fuente de recursos sin cuestionar si los mismos podrían o no agotarse. Y es que esa posibilidad no se contemplaba en la mentalidad occidental de esta etapa, para la cual el principio rector era una simple palabra: progreso.
Este ideal se había consolidado durante la Edad Moderna[note]Las teorías de pensadores como Immanuel Kant (1724-1804) o Georg Hegel (1770-1831) habían contribuido a ello.[/note], y situaba a la humanidad en una escala de avance lineal, sobre la cual podría ir superando diferentes etapas a partir del uso de la razón. Los cambios producidos con los inicios de la Edad Contemporánea y la consolidación del Capitalismo llevaron esta idea a su aplicación económica. Y aún más, las teorías surgidas del campo científico apuntalaron dicha dirección.
Desde comienzos del siglo XIX se había instalado en las ciencias la perspectiva del positivismo. Según ella, el único conocimiento válido era el científicamente comprobable a través de un método, y dicha comprobación debía necesariamente realizarse de manera empírica (es decir, a través de la experimentación). Aquí se empleaba entonces la razón, que se entendía como la base del progreso de la humanidad. En un principio, esto se aplicó a las entonces llamadas ciencias de la naturaleza.
Dicha categoría buscaba diferenciar a disciplinas como la física,, la química o la matemática de las denominadas ciencias del espíritu[note]El filósofo alemán Wilhelm Dilthey (1833-1911) había creado esta clasificación, que fue luego adoptada por diversos científicos. La aplicación del método positivista en todas las ciencias buscaba saldar las diferencias existentes.[/note], cuyo objeto de estudio eran los fenómenos sociales. Pero durante la segunda mitad del siglo XIX surgieron, entre otras, la Historia profesional, la Sociología y la Antropología, disciplinas que en sus inicios también adscribieron al método positivista.
A su vez, sobre todas ellas ejerció una enorme influencia la aparición del evolucionismo: la idea, trabajada previamente por otros autores pero consolidada por Charles Darwin, de que las especies (incluida la de los seres humanos) evolucionan con el paso del tiempo, logrando la mayor adaptación los seres preparados para el entorno (Darwin, 1859, 1871).
Esta idea sería crucial, ya que las primeras ciencias sociales entenderían a los grupos humanos estudiados en una suerte de carrera por la evolución, donde había pueblos primitivos y civilizados. Y a su vez, con la aplicación del método positivista, se buscaría constatar empírica y “objetivamente”[note]Por ejemplo, los primeros historiadores profesionales consideraban que las fuentes con las que reconstruían el pasado les contaban fielmente lo ocurrido en él, anulando la posibilidad de recortes y perspectivas individuales.[/note] estas diferencias en la existencia de distintas sociedades y culturas a lo largo del mundo.
La Revolución Industrial y su mirada sobre el ambiente
De esta manera, empresarios de países de Europa Occidental y Estados Unidos, apoyados por sus gobiernos (los cuales muchas veces integraban) se lanzaron a la explotación de gran parte del mundo restante, al cual colonizaron. En dicha empresa aplicaron las teorías científicas del momento de modos racistas, como fue el caso del darwinismo social (la aplicación a las sociedades humanas de la teoría de la evolución). En aquellas regiones conquistadas por la carrera imperial (como África y Asia), la extracción de recursos naturales no se distinguía demasiado de la explotación que se ejercía sobre la mano de obra local, sometida a trabajos forzosos.
Allí, el trabajo era un recurso más que, junto con los extraídos del ambiente, permitían la maximización de beneficios en el menor tiempo y al menor costo posible. Así lo expresaba, por ejemplo, Alfred Krupp[note]Empresario alemán (1854-1902), dueño de una de las más importantes fábricas de armamento de Alemania.[/note]:
“Para asegurar nuestro futuro, es esencial que nuestras plantas obtengan independientemente sus propios recursos de mineral, y puedan extraerlos y procesarlos como ahora obtienen el agua pura, en el interior de sus propios dominios, libre de agentes e intermediarios y bajo su control, ejercido sin influencias externas”
(Cit. en Brailovsky, 2009, p. 96).
Estos actores entendían que con la explotación ejercida en regiones coloniales se acercaba a ellas el progreso. Y a su vez, se las encaminaba a la civilización, aquella a la que los europeos ya habrían llegado producto de su mayor evolución en la historia.
Podemos ver los efectos de esta dinámica en la configuración global que llega hasta nuestros días, con regiones del mundo marcadamente más ricas por sobre otras empobrecidas. Pero también, en la relación que estableció a partir de allí la humanidad con el entorno que la rodea, con la instalación de un sistema productivo lineal que se desentiende de las implicancias ambientales que pueden tener sus actividades, afectando tanto a vastos sectores de la población como a otras especies con las que compartimos este mundo.
Bibliografía:
- Anzolín, A. (2015). Ambiente, desarrollo y sociedad. Ituzaingó: Maipue.
- Brailovsky, A. E. (2009). Ésta, nuestra única tierra: introducción a la ecología y al medio ambiente. Ituzaingó:
Maipue. - Darwin, C. ( 1859). El origen de las especies. Varias versiones.
- Darwin, C. ( 1871). El origen del hombre. Varias versiones.
- Hobsbawm, E. (2009) La era del Imperio (1875-1914). Buenos Aires: Crítica.
- Lenin, V. I. (1917). El Imperialismo, fase superior del Capitalismo. Varias versiones.